Antonio
Piñero (Chipiona, 1941). A día de hoy, Piñero es una autoridad
mundial en filología neotestamentaria, disciplina de la que posee una cátedra y
es Doctor Emérito en la Universidad Complutense de Madrid. Su cursus honorum resulta abrumador:
Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca (1970), en
Filosofía Pura por la Universidad
Complutense de Madrid (1974) y por último, en Filosofía Bíblica Trilingüe por la Universidad
Pontificia de Salamanca (1979).
De su puño y letra ha
escrito hasta 18 títulos, entre los que se halla Orígenes del Cristianismo (1992), Fuentes del Cristianismo (1995),
Los Apocalipsis (2007), Todos los
Evangelios (2009) y más recientemente Ciudadano
Jesús (2012), dónde responde a las inquietudes de sus lectores sobre dicho
personaje.
Como editor, ha participado
en la publicación de 9 volúmenes cuyo contenido lo componen los primeros textos
del Cristianismo: los Apócrifos del
Testamento, los Textos de los
Apóstoles biblioteca Nag Hammadi y los Hechos
de los Apóstoles.
Es habitual su intervención
en ponencias, coloquios y cursos universitarios de verano, aunque ha sabido
conciliar su dimensión académica con la divulgación, siendo solicitado por
programas de radiotelevisión con asiduidad, dónde ofrece altruistamente y para
el público ordinario el fruto de laboriosos años de trabajo.
En
el otro Jesús, Piñero relata minuciosamente la vida de
Jesús de Nazaret según la visión que ofrecen los Evangelios Apócrifos[1], aquellos que fueron
descartados por la jerarquía eclesiástica en el Concilio de Nicea celebrado en
el año 325 dC[2]
y que se citan a continuación:
El Evangelio de Pseudo Mateo, El Protoevangelio
de Santiago, el Libro de Henoc,
el Libro de la Infancia el Salvador,
el Evangelio armenio de la Infancia,
El Evangelio de Bartolomé, el Evangelio de los Hebreos, la Epístola Apostolorum, la Historia de José, el carpintero, Historia Josephi, Descenso de Cristo a los Infiernos, el Evangelio de Felipe, el Evangelio
árabe de la Infancia, Adversus
Haereses, Evangelio de los ebionitas,
Evangelio de los Nazarenos, Predicación de San Pablo de San Cripriano,
la Stromata de Clemente de Alejandria,
el Papiro Egerton, la Historia Eclesiástica de Eusebio, el Evangelio de María, el Evangelio de los Egipcios, el Papiro de Oxirrinico, el Papiro Rylands, el Evangelio de Judas, las Actas
de Pilato, el Evangelio de Pedro,
la Declaración de José de Arimatea,
el Libro del reposo de María, el Libro de San Juan
Evangelista, el Libro del Descanso
y el Libro de San Juan según el
Arzobispo de Jerusalén.
Quien disponga de ésta joya
de libro encontrará una respuesta para aquellos pasajes que
quedaron ocultados por el Canon. Entre sus muchas facetas, topará con un
arrogante e irritable niño Jesús, que va provocando prodigios a la par que
calamidades allí por dónde pasa[3]; conocerá a un Jesús que
en ocasiones se erige como libertador de las mujeres y en otras las aborrece[4] e incluso se percatará de
la existencia de ciertas prácticas o enseñanzas secretas de Jesús con un origen
indio-iranio.
Sobre la familia del rabí,
Piñero aporta datos muy interesantes, como la consagración y Dormición de la
Virgen María; los esfuerzos, a menudos
malogrados, del anciano José por reprimir los impulsos del Jesus-niño o la
relación habida con sus hermanastros, Simeón y Santiago.
El momento más inesperado para
un lector acostumbrado a la tradición canónica tiene lugar con el descenso del
Redentor a los Infiernos, quien marcha para salvar las almas de los condenados.
Allí le espera también Satanás, el Príncipe del Mal, a quién en un último acto
de supremacía vencerá y dejará encadenado ad
eternum en aquél lúgubre y tenebroso lugar.
[1] Y otros
documentos que circulaban en aquellos primeros dos siglos tan fecundos para el
Cristianismo.
[2]
Impulsado por Constantino el Grande, quien pretendía establecer un dogma cristiano
para fortalecer la unidad del Imperio, sumido en profundas convulsiones sociales
y políticas.
[3] Dos grandes viajes, el de
de ida: aquél que transcurre entre Belén y Egipto, cuando la Sagrada Familia
huye para salvarse del asesinato de los recién nacidos perpretado por Herodes.
Y el de vuelta, cuando Jesús ya ha cumplido los doce años de edad, retorna
desde el país del Nilo hasta Nazaret.
[4] Tanto
como era de esperar en cualquier rabí de su tiempo.
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