El poder abasí llegó a su apogeo. Harún (Aaron el Justo, Califa de Bagdad en el 786 dC.) atacó repetidamente Asia Menor, pero siempre, al parecer, en respuesta de alguna agresión del Imperio Bizantino. Después de una de éstas agresiones, Harún escribió una famosa y breve réplica al emperador bizantino: “He recibido tu carta hijo de un infiel, y no oirás mi respuesta, la verás”. (El Cercano Oriente, Isaac Asimov).


jueves, marzo 28, 2013

El otro Jesús

Piñero, Antonio. El otro Jesús. Editorial. El Almendro. Madrid, 1992.

Antonio Piñero (Chipiona, 1941). A día de hoy, Piñero es una autoridad mundial en filología neotestamentaria, disciplina de la que posee una cátedra y es Doctor Emérito en la Universidad Complutense de Madrid. Su cursus honorum resulta abrumador: Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca (1970), en Filosofía Pura  por la Universidad Complutense de Madrid (1974) y por último, en  Filosofía Bíblica Trilingüe por la Universidad Pontificia de Salamanca (1979).

De su puño y letra ha escrito hasta 18 títulos, entre los que se halla Orígenes del Cristianismo (1992), Fuentes del Cristianismo (1995), Los Apocalipsis (2007), Todos los Evangelios (2009) y más recientemente Ciudadano Jesús (2012), dónde responde a las inquietudes de sus lectores sobre dicho personaje.

Como editor, ha participado en la publicación de 9 volúmenes cuyo contenido lo componen los primeros textos del Cristianismo: los Apócrifos del Testamento, los Textos de los Apóstoles biblioteca Nag Hammadi y los Hechos de los Apóstoles.

Es habitual su intervención en ponencias, coloquios y cursos universitarios de verano, aunque ha sabido conciliar su dimensión académica con la divulgación, siendo solicitado por programas de radiotelevisión con asiduidad, dónde ofrece altruistamente y para el público ordinario el fruto de laboriosos años de trabajo.

En el otro Jesús, Piñero relata minuciosamente la vida de Jesús de Nazaret según la visión que ofrecen los Evangelios Apócrifos[1], aquellos que fueron descartados por la jerarquía eclesiástica en el Concilio de Nicea celebrado en el año 325 dC[2] y que se citan a continuación:

El Evangelio de Pseudo Mateo, El Protoevangelio de Santiago, el Libro de Henoc, el Libro de la Infancia el Salvador, el Evangelio armenio de la Infancia, El Evangelio de Bartolomé, el Evangelio de los Hebreos, la Epístola Apostolorum, la Historia de José, el carpintero, Historia Josephi, Descenso de Cristo a los Infiernos, el Evangelio de Felipe, el Evangelio árabe de la Infancia, Adversus Haereses, Evangelio de los ebionitas, Evangelio de los Nazarenos, Predicación de San Pablo de San Cripriano, la Stromata de Clemente de Alejandria, el Papiro Egerton, la Historia Eclesiástica de Eusebio, el Evangelio de María, el Evangelio de los Egipcios, el Papiro de Oxirrinico, el Papiro Rylands, el Evangelio de Judas, las Actas de Pilato, el Evangelio de Pedro, la Declaración de José de Arimatea, el Libro del reposo de María, el Libro de San Juan Evangelista, el Libro del Descanso y el Libro de San Juan según el Arzobispo de Jerusalén.

Quien disponga de ésta joya de libro encontrará una respuesta para aquellos pasajes que quedaron ocultados por el Canon. Entre sus muchas facetas, topará con un arrogante e irritable niño Jesús, que va provocando prodigios a la par que calamidades allí por dónde pasa[3]; conocerá a un Jesús que en ocasiones se erige como libertador de las mujeres y en otras las aborrece[4] e incluso se percatará de la existencia de ciertas prácticas o enseñanzas secretas de Jesús con un origen indio-iranio. 

Sobre la familia del rabí, Piñero aporta datos muy interesantes, como la consagración y Dormición de la Virgen María;  los esfuerzos, a menudos malogrados, del anciano José por reprimir los impulsos del Jesus-niño o la relación habida con sus hermanastros, Simeón y Santiago.

El momento más inesperado para un lector acostumbrado a la tradición canónica tiene lugar con el descenso del Redentor a los Infiernos, quien marcha para salvar las almas de los condenados. Allí le espera también Satanás, el Príncipe del Mal, a quién en un último acto de supremacía vencerá y dejará encadenado ad eternum en aquél lúgubre y tenebroso lugar.


[1] Y otros documentos que circulaban en aquellos primeros dos siglos tan fecundos para el Cristianismo.
[2] Impulsado por Constantino el Grande, quien pretendía establecer un dogma cristiano para fortalecer la unidad del Imperio, sumido en profundas convulsiones sociales y políticas.
[3] Dos grandes viajes, el de de ida: aquél que transcurre entre Belén y Egipto, cuando la Sagrada Familia huye para salvarse del asesinato de los recién nacidos perpretado por Herodes.  Y el de vuelta, cuando Jesús ya ha cumplido los doce años de edad, retorna desde el país del Nilo hasta Nazaret.
[4] Tanto como era de esperar en cualquier rabí de su tiempo.

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